Muchas cosas me separan de la tierra que más quiero: mi familia, mis amigos, mi novia, mi gente… Pero cuando leo la prensa (la no ‘oficial’ o extranjera, porque sino estaría ciego) algo nuevo, que muy pocas veces siento, me entra por el cuerpo y me hace sentir cierta necesidad de estar con mi pueblo, que me necesita quizás más que nunca.
Se han empeñado durante años en hacernos creer que somos una juventud mala, de perro flautas, de ninis, de conformistas, de no luchadores… Nos han comparado con nuestros padres y abuelos y nos han menospreciado. Nos han dicho que es necesario hacer recortes mientras nos decían que España era una potencia mundial y que no estabamos en crisis. Se han reido de todos nosotros con su corrupción libre de castigo, con sus robos, con sus beneficios, con sus enchufes y con sus mentiras. Creían que ya estábamos acostumbrados, que no nos moveríamos, que el movimiento más radical que podríamos hacer sería el que hemos hecho siempre: votar al otro. Tal y como si viviéramos en la Restauración de final del siglo XIX con un sistema bipartidista entre liberales y conservadores, nos han hecho pensar que no hay alternativas, que ellos tienen el poder y lo seguirán teniendo.
La democracia que llegó hace más de 30 años no llegó como debería. Nos trajó consigo coches, dinero, desarrollo, construcción. Quizás nos trajo tantas cosas del golpe que nos creímos los reyes del mundo. Parecía obligación tener casita en la playa, un Mercedes, viaje a París, etc. Y ojo, que no digo que no lo mereciéramos, pero eso hizo que depositáramos una confianza ciega en nuestro status, tal y como el hombre-masa que define Ortega y Gasset en ‘La rebelión de las masas’. Durante años nos hemos comparado con nuestros padres y hemos dicho “lo que ellos tuvieron que luchar, y lo bien que estamos nosotros…” quizás sin falta de razón, pero hemos dejado de lado algo muy importante: el pueblo es quien manda, y no tenemos que dejarnos pisotear por el simple hecho de que ahora se viva mejor que antes. El Estado se ha asegurado el mantenernos contentos para que no demos mucho por saco, como describía Huxley en ‘Un mundo feliz’.
Quizás hayamos sido simplemente pacientes. Hemos aguantado, y aguantado, hemos dicho miles de veces entre amigos y familiares que la política es una mierda, que son todos unos corruptos, que el bipartidismo no beneficia a nadie, que hace falta un cambio… Y quizás ha llegado el momento de dejar de decirlo y de actuar. Los movimientos que están ocurriendo en España en estos momentos me hacen sentir más español que nunca; por fin veo un pais donde el pueblo se mueve y se da cuenta de que tiene el poder, que un cambio es posible y que debemos luchar desde jóvenes hasta ancianos por el bien de todos. Por fin España me da un poco de esperanza, y le enseña sus políticos que los jóvenes no son unos bultos sin preocupaciones. Somos la generación más preparada de la historia de España, y tenemos el poder y el derecho de luchar por lo que nos pertenece: un estado justo, donde el pueblo mande y donde el malo se lleve su castigo. Ya basta de impunidad frente a robos, de silencio informativo, de corrupción y de intereses políticos y económicos. Ya basta de quemar al ciudadano con prohibiciones mientras una pequeña alta esfera controla el pais a sus anchas. ¿Pescar? multa, ¿acampar? multa, ¿correr? multa, ¿fumar? multa, ¿nudismo? multa, ¿comer en la calle? multa, ¿robar miles de millones? silencio…
Estaba claro que Madrid y Barcelona se llevarían la palma en cuanto a movimiento, pero mi querida Granada… que grande. Sois noticia en todos sitios. Os echarán de Plaza del Carmen, de Plaza de Gracia, del Paseo del Salón y de cualquier sitio donde esteis. Pero que no os silencien. Estoy con vosotros.
Ánimo España. #spanishrevolution