Una habitación de doce metros cuadrados dan pocas posibilidades de diversión más allá de los momentos puntuales de reunión con los amigos (comida/cena), que con esto de los exámenes, cada vez son y duran menos. Da mucho tiempo para pensar, eso sí.

Hago cosas que jamás he hecho, como planear o imaginar mi futuro dentro de dos o tres años, cuando ni siquiera se qué voy a hacer cuando vuelva a España. Y es que sinceramente es un momento en el que no quiero pensar, quiero que simplemente sea como tenga que ser. He hecho decisiones que creo que no van a cambiar, pero son demasiado generales como para considerarlas planes. Creo que he encontrado unos pilares importantes para aguantar mi futuro, tanto en lo profesional como en lo personal: se a qué quiero dedicarme y se quien quiero que me acompañe en el camino. Pero ya sabemos que que los planes no son nada más que eso: planes.

La vida da unos giros a veces muy rádicales, sin avisar hasta el último día y que pillan por sorpresa. Se que es probable que todo lo que sueño para un futuro quizás no pueda ser, y que quizás dentro de dos años tenga otros sueños distintos. Pero ahora siento algo que hacía tiempo que no sentía, y es ilusión. Una ilusión que me mantiene vivo, aunque sea ilusión por hacer algo que aún no puedo, y por estar con quien aún tampoco puedo. Pero el tiempo pasa rápido. Ya llegará el momento.

La vida es esto.

Con el tiempo aprendes