Es difícil negar la evidencia: Estamos aquí un tiempo limitado, y lo peor es que este límite es incierto. No existe, según un punto de vista racional, nada que nos marque con antelación el fin de nuestro tiempo en vida. Nadie sabe si mañana vamos a seguir aquí.
Mi padre, mi mejor maestro, siempre me dice que más vale arrepentirse de haber fracasado que hacerlo de no haber arriesgado. Cada día que pasa le encuentro más sentido a esas palabras.
Ojo, no seamos simples y nos quedemos con la superficie del asunto. Vivir el día a día y aprovechar el momento no significa dejar atrás las obligaciones para irse de cañas. Significa que no desperdiciemos el tiempo en algo que no va a aportarnos nada, que no dejemos pasar las oportunidades por miedo al fracaso, que no seamos conformistas. El estudiante, ese que no sale en junio, está aprovechando el tiempo de la mejor forma que puede hacerlo. Sabe que este esfuerzo será recompensado en todos los sentidos en un futuro relativamente cercano.
Así mismo digo que, además de no olvidar las obligaciones, tampoco debemos obligar la devoción. Sal de cervezas. Llama a tus amigos para echar la tarde. Viaja. Haz fotos. Arriesga. Ten pocos amigos, pero buenos. Ignora lo que digan terceras personas de ti, ellos no te conocen. Cuando llegue el momento, solo los buenos recuerdos se quedarán grabados. Intenta que esos recuerdos te amenicen las máximas tardes posibles.
Si tu pasión es la Semana Santa, vívela. Si es el baile, baila. Si es el cante, alegra las reuniones de tu gente. No dejes que te digan qué debe o no debe gustarte.
Haz lo que te de la gana, o te arrepentirás toda tu vida de no haber hecho lo que querías.
Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. Steve Jobs